En mi último post, demostré detalladamente todas las tergiversaciones y manipulaciones que había perpetrado Rolando Astarita a propósito de la teoría salarial de Marx tal como la describo en Anti-Marx. Astarita ha respondido omitiendo todo mi post (podría haber escrito lo que ha escrito sin haber leído una sola línea de mi réplica, cosa que probablemente haya sucedido) y simplemente se reafirma en lo que dijo en contra de toda la evidencia textual y contextual que le he aportado.
En su nueva réplica (y entiendo que última, porque esto no son más que patadas del ahogado), Astarita efectúa varias afirmaciones sobre Anti-Marx que ya le han sido totalmente desmentidas apelando a textos del propio Anti-Marx, pero a estas alturas ya le da todo igual. Veámoslas junto a algún argumento adicional que no había tenido tiempo de desarrollar:
Astarita: “toda la presentación de Rallo de la teoría del salario de Marx tiene como objetivo concluir que la teoría de Marx no puede explicar la suba de los salarios reales que ha tenido lugar en el capitalismo”.
Aquí no hace falta mucha explicación. Basta con comprobar que en Anti-Marx se dice justo lo contrario: “la teoría marxista de los salarios no es necesariamente incompatible con que el salario de equilibrio se incremente a largo plazo”
Astarita: “Es lo que dice Rallo [que la teoría de Marx no puede explicar el incremento del salario real], negro sobre blanco, en p. 964 del AM (y no desmiente en ningún otro lado ¿o van a decir que es una tergiversación mía?).”
No es lo mismo incremento del salario real que capacidad de ahorro. Para que el obrero tenga capacidad de ahorro, el salario real ha de aumentar por encima del coste de reposición de la fuerza de trabajo, es decir, por encima de su valor, y hacerlo además sostenidamente. Eso es lo que niego que suceda, según Marx, dentro del capitalismo: no niego que los salarios reales puedan crecer, sino que puedan ubicarse por encima del coste de reposición de la fuerza de trabajo. Así lo explico en Anti-Marx:
Para Marx, empero, esto último no puede suceder de manera sistemática y generalizada dentro de la clase obrera: los trabajadores podrán contar con cierto margen transitorio para ahorrar, pero ese ahorro tenderá a disolverse con el tiempo y no llegará a convertirse en capital. ¿Por qué razón? Pues, en esencia, porque Marx presupone que los salarios de equilibrio se hallan anclados —y no pueden desviarse a largo plazo— del coste de reposición de la fuerza de trabajo.
Y como también expongo en Anti-Marx, que los salarios sean necesariamente iguales al valor de la fuerza de trabajo no equivale a que los salarios sean constantes con el paso del tiempo:
Así pues, a largo plazo, oferta y demanda de trabajo coincidirán en un equilibrio que fije un salario igual al valor de la fuerza de trabajo, es decir, a su coste de reposición (C3, 21, 478). Por eso, Marx presupone que «el precio de la fuerza de trabajo se incrementa ocasionalmente por encima de su valor pero nunca cae por debajo de él» (C1, 17, 655): la desviación entre salario y valor de la fuerza de trabajo siempre es, para Marx, transitoria. La ley del valor que rige para cualquier mercancía (a largo plazo, el precio de mercado de una mercancía converge con su valor) también rige para la mercancía fuerza de trabajo: el precio de equilibrio de la mercancía fuerza de trabajo (que converge a largo plazo con su valor) es el salario. Ahora bien, que los salarios a largo plazo converjan con el valor de la fuerza de trabajo no significa que los salarios deban ser necesariamente constantes a lo largo del tiempo, puesto que el coste de reposición de la capacidad laboral puede a su vez variar con el paso del tiempo
(…)
Marx creía que el valor de la fuerza de trabajo estaba compuesto por dos partes: «un elemento meramente físico y otro elemento histórico o social». Estrictamente, los salarios podrían llegar a reducirse hasta un valor de la fuerza de trabajo determinado exclusivamente por el elemento meramente físico: «El elemento físico constituye el último límite [del valor de la fuerza de trabajo]: para perpetuar su existencia física, la clase trabajadora ha de recibir los bienes absolutamente indispensables para vivir y multiplicarse» (Marx [1865] 1985, 144). Pero, a su vez, también existe un elemento histórico o social que «depende del estilo de vida tradicional» y que es necesario para «satisfacer ciertas necesidades que brotan de las condiciones sociales en las que se halla y es criada la gente» (Marx [1865] 1985, 145).
En este sentido, el valor de la fuerza de trabajo —que suele incluir tanto el elemento físico como el histórico— varía entre países y épocas y, por tanto, no es constante sino fluctuante a lo largo del tiempo. Así, si el valor de la fuerza de trabajo es igual al número de horas socialmente necesarias para reproducir la cesta de mercancías que, a su vez, son física y culturalmente imprescindibles para reproducir la fuerza de trabajo, el valor de la misma podrá variar en dos casos: por un lado, cuando cambien las horas de trabajo socialmente necesario para producir una determinada cesta de mercancías que requiere el trabajador para reproducir su fuerza de trabajo; por otro lado, cuando cambie el contenido de esa cesta de mercancías.
(…)
En este sentido, la acumulación de capital, al incrementar el desarrollo de las sociedades y por tanto su nivel de vida, podría contribuir a elevar las «necesidades sociales básicas» de los trabajadores y, por tanto, el valor de su fuerza de trabajo. Asimismo, también podría ocurrir que las alzas transitorias en los salarios dieran lugar a elevaciones del valor de la fuerza de trabajo si, por ejemplo, la clase trabajadora y los sindicatos consideran que ese nuevo salario (que transitoriamente supera el coste de reposición de la fuerza de trabajo) es el nuevo mínimo «histórico o social» que resulta imprescindible para mantener su capacidad laboral.
Por tanto, que yo niegue en Anti-Marx que la teoría marxista es incapaz de explicar el ahorro de la clase obrera (sea cierto esto último o no: ése sería otro debate) no equivale a que afirme que es incapaz de explicar el alza de los salarios reales.
Astarita: “De ahí su cita de p. 46, o de p. 1080 en el Anti-Marx”
Ya se ha explicado y a Astarita le da igual. En la página 46 no se habla en ningún momento de salarios (ni se menciona la palabra), sino de propiedades sobre los medios de producción (más aquí). En la página 1.080, se habla de que la profecía de Marx sobre los salarios “reales o relativos” no se ha cumplido: como ya expliqué tras la grosera manipulación de Astarita (que corta la cita de Anti-Marx para incluir a los salarios relativos de mi afirmación), lo único que hago es señalar que, si interpretamos a Marx como pesimista sobre la evolución de los salarios reales (hay motivos para ello), su profecía no se cumple; y si lo interpretamos como pesimista sólo respecto a los salarios relativos (también hay motivos para ello), tampoco se cumple (más aquí). Pero ahí ni siquiera estoy postulando cuál de las dos interpretaciones es más fidedigna al texto de Marx o si ambas lo son (por ejemplo, podría decirse que “los salarios reales pueden crecer dentro del capitalismo pero no es probable que suceda”): meramente expongo que en ningún caso Marx tiene razón al respecto.
Astarita: “De ahí también su aceptación de la afirmación de Robinson (“Marx pensaba que los salarios reales no podían subir”)”
La cita de Robinson a la que se refiere Astarita no aparece en la sección crítica con la teoría salarial de Marx (epígrafe 5.3.2), sino en la sección del Teorema de Okishio (epígrafe 6.2) donde rechazo su idea de que la tasa general de ganancia tiende a caer como consecuencia del incremento de la composición orgánica del capital. Y lo que digo es que el mero incremento de la composición orgánica del capital no provoca una caída de la tasa general de ganancia salvo que vaya acompañada de un incremento de los salarios reales (no sólo eso, si hay un incremento de los salarios reales, la tasa general de ganancia puede caer aunque no aumente la composición orgánica del capital). En su cita, Robinson (y Samuelson) sólo constata que, para que caiga la tasa general de ganancia, los salarios reales tienen que subir… que es justo lo que acababa de explicar en esas páginas de Anti-Marx. Ubiquemos la cita a la que se refiere Astarita en su contexto (ya sabemos que a Astarita le encanta descontextualizar):
Reiteremos este último punto: el Teorema de Okishio no niega que la tasa general de ganancia pueda descender con el incremento de la composición orgánica del capital, sino que simplemente expone que ese descenso vendrá causado por un incremento del salario real de los trabajadores y no por el incremento de la composición orgánica del capital. Por tanto, o el desarrollo de las fuerzas productivas que promueve el aumento de la composición orgánica del capital termina beneficiando de manera endógena a los propios trabajadores (de modo que la teoría de la explotación se ve seriamente mermada) o la tasa general de ganancia no desciende con el aumento de la composición orgánica del capital. Como ya señaló Paul Samuelson (1957) anticipando las conclusiones del propio Teorema: “Existe una contradicción en el pensamiento de Marx […]. Junto con la ley de la reducción tendencial de la tasa general de ganancia, los marxistas suelen hablar de la «ley del salario real decreciente (o constante)». […] Tal vez Marx no se dio cuenta de la incoherencia de esas dos leyes inevitables. En palabras de Joan Robinson: «Marx sólo puede demostrar que existe una tendencia a que los beneficios desciendan abandonando su argumento de que los salarios reales se mantendrán constantes»”
Démonos cuenta de que yo no digo en ningún momento que Marx haya de abandonar su idea de que los salarios reales no pueden aumentar o su idea de que la tasa general de ganancia tiende a caer. Lo que digo es que “o el desarrollo de las fuerzas productivas que promueve el aumento de la composición orgánica del capital termina beneficiando de manera endógena a los propios trabajadores (de modo que la teoría de la explotación se ve seriamente mermada) o la tasa general de ganancia no desciende con el aumento de la composición orgánica del capital”. De hecho, lo que señalo unos párrafos después sobre el Teorema de Okishio y la evolución de los salarios reales es lo siguiente:
El problema es que ésas son las premisas poco verosímiles que adopta Marx para explicar el funcionamiento del capitalismo, a saber, que los salarios reales no pueden aumentar exclusivamente como consecuencia de la acumulación de capital y de la mayor competencia entre capitalistas por adquirir fuerza de trabajo. Por tanto, el Teorema de Okishio sigue siendo válido para examinar la descripción que hace Marx del capitalismo y las conclusiones que pretenden desprenderse de ella.
Es decir, que como ya he explicado en otras ocasiones, lo que le critico a la teoría salarial de Marx no es que sea incompatible con un aumento a largo plazo de los salarios reales, sino que niegue que ésta puede darse de manera sostenida como consecuencia de la competencia entre capitalistas (sobre esto último, diré algo más posteriormente).
Astarita: “o su invento del “salario de equilibrio” en Marx”
Por salario de equilibrio, ya lo expliqué, meramente me refiero al valor de la fuerza de trabajo y no, como intenta transmitir Astarita, a un punto fijo intertemporal al que queden atados por siempre los salarios. Así lo digo en Anti-Marx: “para Marx, los salarios no podrán subir persistentemente a largo plazo por encima de su importe de equilibrio (el valor de la fuerza de trabajo)”. No creo que sea en absoluto un término inapropiado, dado que el propio Marx nos dice que “si la oferta y la demanda coinciden, su efecto cesa y los salarios son iguales al valor de la fuerza de trabajo” (C3, 21, 478). Es decir, que cuando oferta y demanda alcanzan el equilibrio, el salario es igual al valor de la fuerza de trabajo… al salario de equilibrio.
Sobre esto, Astarita también dice que el concepto de “salario de equilibrio” es un “invento de mi exclusiva creación”. Otro error. Francis Green, a quien referencio en Anti-Marx dentro de la sección sobre la teoría salarial de Marx (cosa que Astarita sabría si lo hubiese leído), en su paper de 1991 desarrolla, a partir de los textos de Marx, cómo éste concebía el mecanismo de equilibración entre salario y valor de la fuerza de trabajo: “Este paper ha intentado interpretar y llenar un vacío en la teoría marxista de la determinación de los salarios. Específicamente, la búsqueda del mecanismo a través del cual Marx pensaba que los salarios se equilibraban con el valor de la fuerza de trabajo”.
O Astarita desconoce la teoría marxista sobre la formación de los salarios o miente. No sé qué es peor.
Astarita: “o su afirmación de que si no fuera por la lucha de clases, según el marxismo, no habría mejora del salario por el desarrollo de la acumulación capitalista”
Astarita no ha expuesto ningún mecanismo, basado en los textos de Marx, mediante el cual los salarios puedan aumentar sostenidamente sin mediar la lucha de clases. No digo que sea necesariamente imposible demostrarlo, pero debería al menos intentarlo. Desde luego, hay muchos marxistas que comparten mi tesis y no la de Astarita. Por ejemplo, Alegre Zahonero y Fernández Liria señalan en El orden de El capital (página 473) que:
Desde el punto de vista de los efectos para la clase obrera, la cosa es bastante nítida: el aumento de la productividad que corresponde al desarrollo técnico no se traduce —si se consideran las condiciones capitalistas en toda su pureza (es decir, sin suponer otras coacciones externas capaces de limitar su eficacia)— en un aumento de los bienes que es posible adquirir con un salario medio (o sea, en el disfrute de mayor riqueza) ni en una reducción de la jornada de trabajo (o sea, en la posibilidad de aumentar el tiempo de descanso). La introducción de maquinaria cada vez más sofisticada o la organización cada vez más eficiente del trabajo, lejos de ayudar a satisfacer esas «necesidades humanas», tiene un doble efecto contrario: por un lado, se reduce progresivamente en términos relativos la parte destinada a producir los bienes de consumo de la clase obrera; además, por otro lado, cada introducción de mejoras (técnicas u organizativas) en el proceso productivo, torna superflua una parte de la población trabajadora, es decir, permite expulsar del proceso una determinada cantidad de fuerza de trabajo y, de este modo, generar una cierta cantidad de mano de obra excedente.
Mi lectura de Marx coincide con la de Alegre Zahonero y Fernández Liria. Y diría que coincide con el propio Marx, quien por ejemplo señala que: “la producción capitalista, por su propia naturaleza, conduce a la apropiación del trabajo durante las 24 horas del día” (C1, 10.4, 367).
En todo caso, entiendo que quepa debate dentro del marxismo sobre qué quiso decir realmente Marx al respecto. Pero es tramposo sugerir que esa interpretación es una excentricidad mía sin ninguna base textual en la literatura primaria o secundaria.
Astarita: “o la continuidad que establece, en el tema salarial, entre El Manifiesto Comunista y la obra madura de Marx (como “Salario, precio y ganancia”)”
Ya se explicó. La cita que recojo de El Manifiesto Comunista (1848) es esencialmente coincidente con el contenido de Salario, precio y ganancia (1865) y con su discurso inaugural en la Primera Internacional (1864). Se puede comprobar, con las citas textuales, aquí. Esas citas, por cierto, no sugieren que la teoría salarial de Marx sea incompatible con la subida de los salarios reales, sino que Marx era pesimista con que fueran a subir. Y así lo digo en Anti-Marx antes de introducir tales citas: “En todo caso, aunque sea teóricamente posible que los salarios de equilibrio aumenten a través de la movilización social de los trabajadores, también es cierto que Marx no se mostraba demasiado optimista con respecto a la mejora absoluta de la calidad de vida de los trabajadores en el largo plazo”.
Como ya dije, el propio Rosdolsky, al que Astarita cita como autoridad en la materia, coincidía con mi apreciación sobre el pesimismo de Marx: “Marx (y Engels) sobreestimaron a menudo los factores que deprimían las condiciones de vida del proletariado y, por tanto, no consideraron seriamente la posibilidad de un alza significativa de los estándares de vida de los trabajadores, incluso en los principales países capitalistas”. Sobre esto, Astarita no ha dicho ni mú.
En definitiva, Astarita sigue tergiversando sin pudor alguno Anti-Marx, incluso cuando sus afirmaciones se den absolutamente de bruces con el texto y el contexto de la obra. Parafraseando el propio cierre del post de Astarita, podríamos decir que todo ello “al apologista del marxismo lo tiene sin cuidado. Lo importante es “demoler” a los críticos de Marx, apelando a cualquier cosa”. No otra cosa ha hecho (torpe y cutremente) Astarita hasta el momento.
Al hablar del salario de los obreros comentas que: "el precio de la fuerza de trabajo se incrementa ocasionalmente por encima de su valor pero nunca cae por debajo de él". Sin embargo tengo entendido que con el resto de mercancías su precio sí orbita el valor al alza y a la baja. ¿A que se debe esta diferencia? ¿O estoy entendiendo algo mal?
Un cordial saludo.