Desde la publicación de El Capital de Karl Marx, han sido muchas las críticas que ha recibido su descripción del funcionamiento real del sistema capitalista. Entre ellas, dos de las más famosas han sido la crítica de Ladislaus Bortkiewicz en contra de la solución ofrecida por Marx al llamado “problema de la transformación” y la crítica de Nobuo Okishio a su ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia.
Tanto la una como la otra atacan aspectos cruciales de la teoría marxista: la crítica de Bortkiewicz probaría que no existe conexión alguna entre los valores-trabajo y los precios de producción dentro del capitalismo (de manera que los primeros no determinarían los segundos o no, al menos, en condiciones de compatibilidad con la explotación de la fuerza de trabajo) y la crítica de Okishio daría al traste con cualquier tendencia endógena del capitalismo a su desmoronamiento y sustitución histórica por el modo de producción socialista.
Siendo dos críticas básicas contra el edificio del pensamiento marxista, es lógico que muchos autores marxistas hayan tratado de desmontarlas (si bien muchos otros marxistas también las han aceptado como válidas). Pero, en general, tales intentos han sido poco exitosos. Ahora bien, como explico en Anti-Marx, uno de los intentos más aparentemente exitosos de rechazar ambas críticas cabe hallarla en la llamada “Interpretación temporal y de Sistema Único” (TSSI, por sus siglas en inglés): si bien, por las razones que también expongo en Anti-Marx, termina fracasando a la hora de rescatar al marxismo de los problemas expuestos tanto por Bortkiewicz como por Okishio.
Pues bien, hace algunos meses, uno de los principales impulsores de la TSSI, Andrew Kliman, ha dado réplica a mis críticas contra la TSSI: tanto por lo que se refiere a mis críticas contra la solución que ofrece la TSSI al problema de la transformación como por la solución que ofrece al Teorema de Okishio. Desde luego, es de agradecer que los pensadores marxistas se presten a debatir de buena fe los argumentos presentados en Anti-Marx (cosa que en España no ha sucedido en general, con la excepción de Carlos Fernández Liria).
En este primer post, analizaré y criticaré los argumentos de Kliman a favor de su solución al problema de la transformación de Marx y, en un futuro post, analizaré y criticaré sus argumentos en contra del Teorema de Okishio.
(Si uno ha leído Anti-Marx, y cree haber entendido adecuadamente lo que allí se expone, puede ir directamente al epígrafe de este post “La dúplica de Kliman”, pues los anteriores son sólo un resumen de la polémica hasta llegar a la respuesta de Kliman).
El problema de la transformación
De acuerdo con Marx, el valor de las mercancías (incluida la fuerza de trabajo) constituye el centro gravitacional de los intercambios dentro del capitalismo. Sin embargo, si las mercancías tendieran a intercambiarse según sus valores (de acuerdo al tiempo de trabajo social necesario para reproducirlas), las tasas de ganancia dentro del capitalismo no se igualarían, pues las mercancías más intensivas en capital variable obtendrían tasas de ganancia sistemáticamente superiores a las mercancías intensivas en capital constante. De ser así, los capitalistas desinvertirían en los sectores menos rentables (intensivos en capital constante) e invertirían en los más rentables (intensivos en capital variable), lo que reduciría la oferta de las primeras mercancías (incrementando su precio) y aumentaría la oferta de las segundas mercancías (reduciendo su precio): es decir, que el intercambio de las mercancías a sus valores es imposible (o insostenible) dado el funcionamiento propio de una economía capitalista (capitalistas que buscan maximizar la tasa de ganancia de su capital).
De ahí que Marx, en el volumen III de El Capital, exponga que las mercancías tienden a intercambiarse no a sus valores, sino a sus precios de producción (unas relaciones de intercambio que cubren el consumo de capital constante, el consumo de capital variable y que igualan la tasa de ganancia entre sectores). Sin embargo, si son los precios de producción los que determinan a largo plazo los intercambios de mercancías, ¿cuál termina siendo la función del valor en la determinación de los intercambios de mercancías? Si las mercancías se intercambian a sus precios de producción y no a sus valores, ¿acaso no estaríamos rechazando la teoría del valor trabajo y, por extensión, la teoría de la explotación?
No necesariamente: si consiguiéramos demostrar que los precios de producción son una una forma de manifestación de los valores, entonces podríamos conceptualizar a los precios de producción como valores y seguir diciendo que los términos en los que se intercambian las mercancías siguen, en última instancia, orbitando alrededor de los valores. En esto consiste, en esencia, el problema de la transformación dentro del pensamiento marxista: en exponer adecuadamente el proceso a través del cual los valores (tiempo de trabajo social representado por cada clase de mercancía) adquieren la forma de los precios de producción.
No vamos a proseguir con una exposición más detallada acerca de las distintas soluciones que Marx y los marxistas ofrecen al problema de la transformación (para una exposición más detallada, puede leerse el capítulo 5 del primer tomo de Anti-Marx). Pero, antes de terminar con este primer epígrafe, resulta relevante para la presente discusión explicitar dos condiciones que ha de cumplir cualquier solución al problema de la transformación (dos condiciones que el propio Andrew Kliman comparte han de cumplirse): por un lado, que la suma de todos los valores de todas las mercancías sea igual a la suma de los precios de producción de todas las mercancías; por otro lado, que la plusvalía agregada extraída por los capitalistas a los trabajadores sea igual a la ganancia agregada distribuida a los capitalistas. Si la primera condición no se cumpliera, los precios de producción no serían únicamente transformaciones de los valores (y, por tanto, los intercambios de mercancías estarían regidos por algo más que la ley del valor); si la segunda condición no se cumpliera, la ganancia de la clase capitalista no sería únicamente plusvalía extraída al trabajador, sino que el beneficio capitalista tendría otras explicaciones potenciales.
Es decir, que si ambas condiciones no se cumplen a la vez, los precios de producción serían parcialmente incompatibles o con la teoría del valor trabajo, o con la teoría de la explotación o con ambas. He ahí, pues, uno de los principales retos que supone el problema de la transformación dentro del pensamiento marxista.
La crítica de Bortkiewicz
Una de las críticas más relevantes a la solución al problema de la transformación de Marx es la que ofrece Ladislaus Bortkiewicz. Lo que hace Bortkiewicz es plantear un esquema de reproducción simple del capital (como el que desarrolla Marx en el volumen II de El Capital) divido en tres sectores o departamentos: el sector de medios de producción (sector I), el sector de los bienes de consumo necesarios (sector II) y el sector de los bienes de consumo de lujo (sector III).
Este esquema está expresado en valores (no en precios de producción) y cabría decir que se halla en lo que podríamos denominar “equilibrio estático”: es decir, la cantidad de bienes económicos ofertada por cada sector (el valor total de cada fila) coincidiría con la cantidad de bienes económicos demandada a cada sector (el valor total de cada columna), esto es, no habría ni exceso de oferta ni exceso de demanda en ningún sector. Sin embargo, el esquema no se halla en un “equilibrio dinámico”, como bien sabía Marx: a saber, las relaciones de producción reflejadas en la tabla I no serían estables, no podrían reproducirse a sí mismas. Dado que la tasa de ganancia es distinta entre sectores, habría incentivos a que el capital migrara de unos departamentos a otros (saldría del departamento I y se invertiría en el departamento II y III). Dinámicamente, pues, este esquema productivo no se reproduciría a sí mismo: para que este esquema se hallara en equilibrio no sólo estático sino también dinámico (fuera estable en el sentido de reproducirse a sí mismo), sería necesario convertir esos valores en precios de producción: cuando no sólo las ofertas y las demandas de los distintos sectores fueran iguales sino que, además, las tasas de ganancia también lo fuesen, el sistema sí podría reproducirse a sí mismo porque no habría incentivos a migrar el capital entre sectores. Como nota al margen, el propio Kliman, en su dúplica, reconoce acertadamente este doble sentido en el que podemos caracterizar el equilibrio económico: “Hay dos sentidos principales de "equilibrio": un estado de balance y un estado de reposo” [El estado de balance se refiere a que la oferta sea igual a la demanda; y el estado de reposo a que la estructura productiva no cambie con el paso del tiempo, sino que se reproduzca a sí misma].
Es en este punto donde Bortkiewicz afirma que no es posible -salvo en supuestos tremendamente excepcionales- convertir ese sistema de valores en un sistema de precios de producción de tal manera que se alcancen ambos equilibrios y, al mismo tiempo, se cumplan las dos condiciones que ha de respetar la resolución del problema de la transformación: que los valores agregados sean iguales a los precios de producción agregados y que la masa de plusvalía agregada sea igual a la masa de ganancia agregada. Bortkiewicz nos muestra que por necesidad una de las dos condiciones se ha de incumplir para que el sistema se halle en equilibrio estático y dinámico.
Por ejemplo, una posible transformación que respete el doble equilibrio (estático y dinámico) sería ésta (tabla II), pero en este caso sólo la masa de plusvalía (200 en la tabla I) es igual a la masa de ganancia (200 en la tabla II), mientras que el valor agregado (875 en la tabla I) no es igual al precio de producción agregado (1.000 en la tabla II).
O, alternativamente, podría alcanzarse el doble equilibrio igualando el valor agregado a los precios de producción agregados pero no la masa de plusvalía a la masa de ganancia (para los detalles técnicos de estas transformaciones, puede consultarse el epígrafe 5.2 del primer tomo de Anti-Marx):
Nótese que tanto la tabla II como la tabla III sí son esquemas productivos que están en equilibrio estático y dinámico: las ofertas sectoriales coinciden con las demandas sectoriales y el sistema puede reproducirse indefinidamente a sí mismo (en la tabla II, los trabajadores cobran salarios de 320 y consumen bienes de consumo necesarios por importe de 320; los capitalistas cobran plusvalías de 200 y las consumen en bienes de lujo por valor de 200; los medios de producción, en forma de capital circulante, se consumen por importe de 480 pero se reponen por ese mismo importe; además, como la tasa de ganancia es la misma en todos los sectores, no existe incentivo a que el capital migre entre sectores; ni tampoco hay cambios en los precios relativos que incentiven recombinaciones de capital constante y capital variable). Lo que no cumplen ni la tabla II ni la tabla III son, como decíamos, las dos condiciones que permiten compatibilizar el sistema de valores con el sistema de precios de producción (valores=precios; plusvalías=ganancias), de modo que el problema de la transformación de Marx no tendría solución y, al explicar la formación de precios en el mercado capitalista, deberíamos renunciar a la teoría del valor trabajo (y todo lo que ello implica).
La réplica de la TSSI
Como es lógico, el pensamiento marxista no ha tirado la toalla a la hora de resolver el problema de la transformación y ha formulado diversas soluciones que, por diversos motivos, son igualmente problemáticas (para un resumen de las principales soluciones y de sus problemas, puede consultarse igualmente el epígrafe 5.2 del primer tomo de Anti-Marx). Una de ellas, sin embargo, parecería ser capaz de alcanzar el doble equilibrio (estático y dinámico) del sistema de reproducción simple así como la doble igualdad de valores-precios y plusvalía-ganancia. Me refiero a la Interpretación del Sistema Temporal Único (TSSI, por sus siglas en inglés). Según la TSSI, la relación entre valores y precios de producción ha de analizarse secuencialmente, no dentro de un mismo período temporal: el valor es el tiempo de trabajo socialmente necesario de una mercancía y el precio de producción son los valores modificados para alcanzar una tasa de ganancia promedio en la economía. Pero el precio de producción surge a partir de los valores a lo largo del tiempo, no de manera instantánea: los inputs se adquieren al comienzo del período a su precio de producción y ese precio de producción pagado por los inputs determina el valor que éstos (capital constante y variable) transfieren durante el proceso de producción del nuevo output; serán los valores de todos esos outputs, una vez concluida la producción al final del período, los que determinarán los precios de producción de esos outputs y los que se usarán para valorar los inputs del siguiente período. O expresado de otro modo, no es que los valores en t=1 estén determinados por los precios de producción de t=1, sino que los valores de t=1 determinan los precios de producción de t=1 pero han sido influidos por los precios de producción de t=0 (en la medida en que los precios de producción de los inputs determinan el valor transferido por el capital constante y el capital variable y, por tanto, influyen sobre el valor de las mercancías). Por tanto, el equilibrio del sistema no ha de buscarse de manera simultánea sino secuencial.
Ilustrémoslo volviendo a la tabla I y transformando valores en precios de producción tal como lo haría Marx (Tabla IV):
La transformación de Marx mantiene la doble igualdad entre valor agregado y precio de producción agregado (875) y entre plusvalía agregada y ganancia agregada (200), pero, en apariencia, no salvaguarda el equilibrio estático: el capital constante se ha comprado por 375 pero su precio de producción es 408,3 (y el variable se ha comprado por 300 pero su precio de producción es 285,2). La razón es que Marx aparentemente sólo transforma los valores en precios de producción en el caso de los outputs, pero no el de los inputs. Justo esa limitación es la que pretendía superar Bortkiewicz con su transformación simultánea de todos los valores de todas las mercancías en precios de producción (tablas II y III). Pero, como ya hemos visto, con la solución de Bortkiewicz la doble igualdad entre valor-precios de producción y plusvalía-ganancia dejaría de cumplirse.
Es aquí donde la TSSI proporciona una salida que permitiría salvar la solución planteada por Marx al problema de la transformación: el capital constante no se vende por 375 a pesar de que su precio de producción sea 408,3, sino que se vende por 408,3, pero esa operación sólo aparece reflejada en un período temporal posterior que Marx no explicitó en El Capital, y que sería el que reflejamos en la tabla V.
Como vemos, en la tabla V (t=2), el valor del capital constante adquirido por los tres departamentos es 408,3 y ese valor (junto al del capital variable y a la plusvalía) determina el valor de los nuevos outputs dentro de esa tabla V. Los valores de los outputs de la tabla V sirven de base para determinar los precios de producción de esos mismos outputs, que son los precios a los que se venderán tales mercancías y cuyo valor será transferido como inputs en un período siguiente (t=3, que habría que ilustrar en una tabla VI). Justo por ello, el equilibrio estático no ha de buscarse dentro de la Tabla IV o dentro de la Tabla V, sino entre la Tabla IV y la Tabla V: los precios de producción de cada departamento en la tabla IV (408,3; 285,2) coinciden no con el valor del capital constante y del capital variable demandados por los tres departamentos en la tabla IV (225+100+50=375; y 90+120+90=300), sino con el valor del capital constante y del capital variables demandados por cada departamento en la tabla V (245+108,9+54,4=408,3 y; 85,55+114,1+85,55=285,2).
De este modo, pues, la TSSI mantiene la igualdad agregada entre valores-precios y plusvalía-ganancia dentro de un mismo período temporal (875=875 y 200=200 en la tabla IV; 908,3=908,3 y 214,8=214,8 en la tabla V) al tiempo que alcanza el equilibrio estático de manera secuencial (entre dos períodos temporales). La solución de Bortkiewicz (donde necesariamente se rompe la doble igualdad valores-precios; plusvalía-ganancia) no sería la única capaz de salvaguardar el equilibrio estático.
Ahora bien: ¿garantiza la TSSI la consecución del equilibrio dinámico? En apariencia sí lo hace, dado que la tasa general de ganancia se iguala entre sectores (las mercancías se venden a sus precios de producción y todas las mercancías proporciona una misma tasa de ganancia), de manera que no habría incentivos a migrar el capital de unos departamentos a otros, esto es, las relaciones de producción sí podrían reproducirse indefinidamente dentro de este esquema de reproducción simple. Este es, además, un resultado que la TSSI confirma haber alcanzado y que validaría por completo su solución al problema de la transformación: “La totalidad del producto social se compra y se vende a los nuevos (modificados) precios [equilibrio estático], de modo que la producción puede reanudarse a la misma escala y en las mismas proporciones [equilibrio dinámico]” (Kliman y McGlone 1999, 57) [El contenido entre corchetes ha sido añadido para enfatizar la relación con nuestra exposición previa].
Pero, ¿realmente es así?
Mi crítica a la TSSI
En el segundo tomo de Anti-Marx, rechazo que la TSSI haya alcanzado una solución al problema de la transformación compatible con el equilibrio dinámico. O, mejor dicho, muestro que sólo puede ser compatible con el equilibrio dinámico adoptando un supuesto no explicitado y escasamente realista (tan poco realista que el propio Kliman lo rechaza): a saber, o que los capitalistas no buscan maximizar su tasa de ganancia o que la elasticidad de sustitución entre capital constante y capital variable es cero. O expresado de otro modo, que por mucho que se encarezca el capital constante en relación con el capital variable (o viceversa), las proporciones en que las empresas (o los departamentos) usarán el capital constante y el capital variable no se verán alteradas. A la postre, en la solución secuencial que ofrece la TSSI, los precios relativos entre el capital constante y el capital variable varían en cada nuevo período (a diferencia de lo que sucede en la solución simultaneísta de Bortkiewicz, donde los precios relativos son fijos por tratarse de una solución atemporal).
Por ejemplo, en la tabla IV, la relación entre capital constante y capital variable es de 1,43:1 (408,3/285,2); en cambio, en la tabla V, esa relación pasa a ser de 1,48:1 (432,9/292,1). Dicho de otra manera, en la tabla V (segundo período), el capital constante se ha encarecido respecto al capital variable, de manera que, salvo que la elasticidad de sustitución entre ambos sea igual a cero, las relaciones de producción de la tabla IV tenderán a ser modificadas: las empresas tenderán a usar menos medios de producción y más trabajadores para producir sus mercancías. Este, además, no es un problema que se plantee una sola vez con respecto a estos dos períodos: en un período subsiguiente (t=3), los precios de producción relativos volverían a cambiar nuevamente a pesar de que la TSSI seguiría presuponiendo que las relaciones de producción no se alterarían. Pero, repetimos, esa suposición es incorrecta salvo que partamos de que la elasticidad de sustitución entre capital constante y capital variable es igual a cero (o de que los capitalistas no buscan maximizar sus tasas de ganancia).
Todavía peor: que la solución planteada por la TSSI sea incompatible con el equilibrio dinámico de la economía también hace que sea incompatible con el equilibrio estático. A la postre, recordemos que la TSSI alcanza el equilibrio estático (oferta igual a demanda) entre dos períodos de tiempo (secuencial) no en el mismo período de tiempo (simultáneo). Pero si, en el segundo período, los capitalistas intentan cambiar las proporciones en las que usan los medios de producción y el trabajo, eso equivale a decir que, en el segundo período, alterarán sus demandas relativas de ambos con respecto a las cantidad en que fueron producidas en el primer período. En nuestro ejemplo anterior, si los capitalistas buscan reemplazar reducir el peso del capital constante y ampliar el del capital variable, eso significará que su demanda de capital constante (en el período t=2, esto es, la tabla V) será inferior a la oferta de capital constante (en el período t=1, esto es, la tabla IV) y, a su vez, que su demanda de capital variable (en el período t=2, esto es, la tabla V) será superior a la oferta de capital variable (en el período t=1, esto es, la tabla V).
Por consiguiente, no es cierto que “la totalidad del producto social se compra y se vende a los nuevos (modificados) precios, de modo que la producción puede reanudarse a la misma escala y en las mismas proporciones” (Kliman y McGlone 1999, 57). En la medida en que la solución de la TSSI modifica los precios relativos de los medios de producción y del trabajo, los capitalistas no reanudarán la producción a la misma escala y en las mismas proporciones y, en consecuencia, tampoco la totalidad del producto social se comprará y se venderá a los nuevos (modificados) precios. El problema de la transformación sigue en pie.
La dúplica de Kliman
Hasta aquí, no hemos expuesto nada nuevo. Todo lo que he narrado está relatado en los tomos I y II de Anti-Marx. Sin embargo, dado que muchos de los que estén leyendo esta entrada no tienen por qué haberse leído esas partes del libro (que además están entremezcladas con otros temas y reflexiones), he creído conveniente resumir los principales aspectos de esta polémica antes de llegar a la dúplica que ha formulado Andrew Kliman contra mi crítica a la TSSI.
Repito, antes de continuar, las condiciones que debe cumplir una adecuada solución al problema de la transformación:
Igualdad agregada entre valores y precios de producción.
Igualdad agregada entre plusvalía y ganancia.
Equilibrio estático (oferta de capital constante igual a demanda de capital constante; oferta de capital variable igual a demanda de capital variable).
Equilibrio dinámico (ausencia de incentivos, en la propia estructura de precios de producción, a modificar las relaciones de producción que ha engendrado esa estructura de precios de producción).
Desde mi punto de vista, la TSSI no logra garantizar el equilibrio dinámico ni, por tanto, tampoco secuencialmente el estático. ¿Y qué responde Kliman a esto? Pues, en el fondo y por paradójico que pueda sonar, que la TSSI efectivamente no garantiza el equilibrio dinámico salvo en condiciones irreales y excepcionales. Dicho de otro modo, Kliman reconoce que tengo razón en mi crítica contra la TSSI pero sin querer reconocer que la tengo (o sin querer reconocer las implicaciones de tenerla). Basta con leer (las conclusiones de) su texto para darse cuenta de ello:
El "problema" que plantea [Rallo] simplemente no tiene una "solución económica". Dado un comportamiento de maximización de beneficios, dada la sustitución de inputs y dada una economía que estaría en un estado de reproducción simple, si las mercancías se intercambiaran según sus valores, simplemente no existen precios que difieran de los valores, ya sean determinados temporalmente o simultáneamente, que sean compatibles con ese estado de reproducción simple. Sería inútil exigir que resolvamos un "problema" que no tiene solución [Énfasis añadido].
Atención a lo que está diciendo: Kliman se queja de que rete a la TSSI a resolver un “problema” que, según él mismo reconoce, no tiene “solución”. Pero es que ese problema que no tiene solución no es otro que el propio problema de la transformación de Marx: por tanto, reconocer que no tiene solución es reconocer que no existe una forma adecuada de compatibilizar los valores con los precios de producción. Tampoco mediante la TSSI. QED.
Efectuada esta admisión de que la TSSI no proporciona una solución al problema de la transformación que sea compatible con el equilibrio dinámico (en condiciones de reproducción simple) y, por tanto, no constituye una solución adecuada al problema de la transformación, ¿cómo intenta Kliman estar en misa y repicando? Pues buscando distintas excusas para eximir a la TSSI de la necesidad de compatibilizarse con el equilibrio dinámico. ¿Qué excusas?
Primera excusa: que las soluciones simultaneístas a la Bortkiewicz tampoco garantizan el equilibrio estático y dinámico en condiciones de reproducción simple. En concreto, dice Kliman: “También se desprende del argumento de Rallo que, si uno rechaza cualquier solución que sea incompatible con la reproducción simple, entonces debe rechazar no solo la explicación de Marx y la defensa que hace la TSSI de esta, sino también la corrección de Bortkiewicz, así como todas las soluciones simultaneístas existentes y potenciales”.
¿Que Bortkiewicz pudiese equivocarse implica que la TSSI ha de acertar? Obviamente no. Del hecho de que Bortkiewicz pudiese fracasar a la hora de plantear una transformación coherente de los valores en precios de producción no se sigue que la TSSI haya dado con una solución correcta. O, asimismo, del hecho de que todas las soluciones posibles al problema de la transformación de Marx sean fallidas tampoco se sigue que debamos relajar algunos de los requisitos de esa solución para que ésta exista: simplemente podrían ser todas fallidas y no haber solución. Por tanto, esta primera excusa –Bortkiewicz tampoco consigue garantizar el equilibrio dinámico en su solución al problema de la transformación- de nada sirve para excusar la incompatibilidad de la TSSI con el equilibrio dinámico.
No obstante, y a pesar de lo anterior, he de decir que este último argumento de Kliman contra Bortkiewicz no me resulta convincente. Es falso que la solución simultaneísta de Bortkiewicz sea incompatible con el equilibrio dinámico y, por tanto, con la reproducibilidad a lo largo del tiempo de la estructura de reproducción simple. A este respecto, el error que comete Kliman es pensar que el conjunto de valores de Bortkiewicz (tabla I) representa una situación de equilibrio económico al cual se realizan intercambios (en condiciones de equilibrio estático) que estructuran unas relaciones de producción (en equilibrio dinámico) y que, posteriormente, ese esquema de valores se transforma en un conjunto de precios de producción (tabla II o tabla III) que, al alterar los precios relativos de los inputs (respecto a los de la tabla I), necesariamente modificará la estructura original de producción (desequilibrio dinámico) y, durante la transición de una estructura a otra, por necesidad aparecerán desequilibrios entre ofertas y demandas (desequilibrio estático). Esto señala Kliman:
Cuando se (mal)concibe como lo hacen Bortkiewicz, Rallo y otros, la transformación de valores en precios de producción constituye un cambio de un sistema en el que los bienes se intercambian según sus valores a un sistema en el que se intercambian según sus precios de producción. Este cambio en sí mismo implica una variación en los precios. Por lo tanto, si la economía estuviera en un estado de reproducción simple en uno de estos sistemas de intercambio, no podría estarlo en el otro, dado un comportamiento de maximización de beneficios y la sustitución de inputs.
Esto es un error. La solución simultaneísta de Bortkiewicz es una solución atemporal (no secuencial a lo largo del tiempo) al problema de la transformación. No presupone que en t=0 las mercancías se intercambiaran según sus valores y que, en t=1, las mercancías pasen a intercambiarse a sus precios de producción. Tal extremo es impensable porque, si los capitalistas realizaran intercambios según el conjunto de valores de la tabla I, los capitalistas no estarían buscando maximizar beneficios (dada la diversidad de tasas de ganancia individuales). Es decir, que las mercancías no se estarían intercambiando como capitales. Pero en cualquier economía capitalista, las mercancías siempre se intercambian a sus precios de producción -o, más bien, tienden a intercambiarse en el largo plazo, y como promedio, a sus precios de producción- no a sus valores porque justamente los capitalistas sí buscan maximizar su tasa de ganancia. Por consiguiente, el punto de partida temporal de la economía capitalista no está representado por la tabla I (sistema de valores), sino por la tabla II o la tabla III (sistema de precios de producción). La tabla I no es un antecedente temporal de la tabla II o de la tabla III; es un antecedente lógico (haciendo abstracción de la competencia entre capitales) y una representación, en términos de valores (de horas de trabajo social), de las relaciones de producción contenidas en las tablas II o III y que se estructuran a través de los precios de producción de las tablas II y III. Y las relaciones de producción subyacentes a las tablas II y III de Bortkiewicz -sean las que éstas sean, pues como el propio Kliman reconoce “siempre que [las relaciones input-output, las cantidades físicas y los precios de los inputs] sean compatibles con los datos que Marx sí emplea, sus magnitudes pueden ser cualesquiera”- sí cumplen con las condiciones de equilibrio estático y equilibrio dinámico: a saber, la oferta y la demanda de cada departamento son iguales (equilibrio estático) y ningún capitalista tiene incentivos a modificar sus relaciones de producción dentro del esquema de reproducción simple porque, con esos precios de producción, no es posible obtener una rentabilidad superior (equilibrio dinámico).
En resumen, para Bortkiewicz no existe una estructura productiva α derivada del sistema de valores que, en consecuencia, deba convertirse en una estructura productiva β cuando el sistema de valores se transforme en el sistema de precios de producción: existe una única estructura productiva derivada del sistema de precios de producción que puede expresarse/representarse/computarse en términos de valores (de horas de trabajo social). Para Marx, ninguna economía capitalista se ha estructurado ni lógica ni históricamente a partir del sistema de valores de una economía, sino siempre a partir del sistema de precios de producción: cuestión distinta es que el sistema de valores constituya la esencia o el presupuesto lógico de los precios de producción.
Todo esto, dicho sea de paso, es algo que el propio Kliman reconoce como cierto, de ahí que no tenga sentido que se olvide de ello a la hora de intentar invalidar la solución de Bortkiewicz para ocultar la incompatibilidad de la TSSI con el equilibrio dinámico:
Ni Marx ni la TSSI [¡TAMPOCO BORTKIEWICZ!] conciben la formación de los precios de producción como un cambio de un sistema de intercambios según valores a un sistema de intercambios según precios de producción. No parten de intercambios según valores [Comentario entre corchetes añadido]
Segunda excusa: la TSSI sí es compatible con el equilibrio dinámico bajo supuestos muy excepcionales. ¿Cuáles son esos supuestos muy excepcionales?
Primero, que los capitalistas no busquen maximizar ganancias o que la sustitutividad entre medios de producción y trabajo no sea posible: “Rallo reconoce que la TSSI es coherente con la reproducción simple si no exigimos también que las empresas maximicen beneficios y que la sustitución de inputs sea posible”. En realidad, lo que está reconociendo aquí Kliman es que la TSSI no proporciona una solución general al problema de la transformación, ni siquiera una solución aplicable a la inmensa mayoría de casos dentro de una economía capitalista. De hecho, démonos cuenta de que, si adoptamos el supuesto de que los capitalistas no buscan maximizar ganancias, el mismo concepto de precio de producción resultaría innecesario, porque entonces sí las mercancías se intercambiarían a sus valores (a los capitalistas les resultaría irrelevante percibir una tasa de ganancia inferior a la de otros sectores de la economía). A su vez, el propio Kliman reconoce en su texto que en las economías modernas la sustitutividad de factores es generalmente posible:
Algunos procesos de producción no permiten la sustitución de inputs; requieren que los inputs se utilicen en proporciones fijas (…) [Pero] Rallo tiene ciertamente razón en que otros procesos de producción permiten cierto grado de sustitución de inputs. (…) Por lo tanto, como Rallo señala correctamente, se está "adoptando una suposición enormemente restrictiva" si se asume "que los medios de producción y la fuerza de trabajo … solo pueden usarse en proporciones fijas … y que, por lo tanto, un cambio en sus precios relativos no induce a los capitalistas a alterar la composición orgánica del capital" (vol. 2, sección 5.4.1). (…) Dado un aumento suficientemente grande en el precio de la tela, las empresas de confección de vestidos, como la mencionada anteriormente, cambiarán a métodos de producción que usen menos tela pero requieran más trabajadores. En consecuencia, la demanda de tela disminuirá, por lo que la producción de la industria que fabrica tela tendrá que contraerse. El empleo de trabajadores dedicados al corte de patrones, y por ende los salarios que se les pagan, aumentará, lo que probablemente resultará en una mayor demanda de bienes de consumo en general y en el crecimiento de las industrias que los producen. Hasta aquí, todo bien.
Y nótese que basta con que algunos procesos de producción dentro de la economía permitan la sustitución de inputs para que la solución de la TSSI al problema de la transformación sea incompatible con el equilibrio dinámico. Y ni siquiera Kliman considera realista que todos los procesos de la economía se desarrollen en proporciones absolutamente fijas e inmutables.
Segundo supuesto excepcional en el que la TSSI sería compatible con el equilibrio dinámico en condiciones de reproducción simple: cuando “los intercambios tengan lugar a precios que difieran de los precios de producción”. Pero justamente porque Kliman define, correctamente, los precios de producción como “el promedio a largo plazo (promedio a lo largo del tiempo) de los precios reales (de mercado) que fluctúan alrededor de ellos”, no es posible que a largo plazo los precios de mercado difieran, en promedio, de los de producción. Por tanto, a largo plazo, si los precios de producción no son compatibles con la reproducción simple, el esquema de reproducción simple no será sostenible.
Tercer supuesto excepcional: cuando tanto los inputs como los outputs se intercambien a sus precios de producción. En palabras de Kliman: “La reproducción simple también podría tener lugar cuando (…) tanto los precios de los inputs como los de los outputs coincidieran con estos precios de producción”. Pero este tercer supuesto es justamente el que busca desarrollar Bortkiewicz superando las limitaciones de Marx (Marx, en sus ejemplos, sólo transforma los valores de los outputs en precios de producción, pero no los valores de los inputs): estimar qué conjunto de precios de producción, tanto para los outputs como para los inputs, son compatibles con un determinado conjunto de valores subyacentes a los mismos. Y sí, cuando tanto los inputs como los outputs se intercambian a sus precios de producción, el sistema se halla en equilibrio estático y dinámico (como expusimos anteriormente y luego Kliman negó, señalando que el sistema de Bortkiewicz tampoco era compatible con el equilibrio dinámico), pero en ese caso el problema pasa a ser otro: cuando tanto inputs como outputs se intercambian a sus precios de producción, la doble igualdad agregada (valor-precios de producción; plusvalía-ganancia) no se mantiene. Ésa es, de hecho, la crítica de Bortkiewicz al problema de la transformación que pretende superar, sin conseguirlo, la TSSI. Por consiguiente, tampoco este tercer supuesto permite solucionar adecuadamente el problema de la transformación.
Conclusión
Kliman no sólo no responde a mi crítica de que la TSSI no proporciona una solución adecuada al problema de la transformación por cuanto es incompatible con el equilibrio dinámico (y, por tanto, con el equilibrio estático) sino que sorprendentemente reconoce que, en efecto, la TSSI es incompatible con el equilibrio dinámico bajo condiciones mínimamente realistas (elasticidad de sustitución positiva entre inputs y capitalistas que buscan maximizar su tasa de ganancia). En sus propias palabras: “Sería inútil exigir que resolvamos un problema que no tiene solución”.
Una vez reconocido que la TSSI no soluciona satisfactoriamente el problema de la transformación (ni “la totalidad del producto social se compra y se vende a los nuevos (modificados) precios” ni la “producción puede reanudarse a la misma escala y en las mismas proporciones”), sólo queda o buscar otras posibles soluciones al mismo (distintas de la TSSI) o reconocer que el problema de la transformación no tiene solución en Marx. Implícitamente, Kliman apuesta por la segunda opción (al decirnos que no es posible encontrar una solución adecuada que cumpla todos los requisitos de la misma). Y eso es también lo que afirmo yo mismo en Anti-Marx: que nadie ha conseguido solventar adecuadamente el problema de la transformación porque no tiene solución y que, por tanto, los precios de producción no pueden ser la forma de manifestación de los valores dentro de una economía capitalista.
En otras palabras, la teoría del valor de Marx -sobre la que descansa su teoría de la explotación- no constituye el auténtico sustrato de los precios de producción ni, en consecuencia, de las relaciones de producción que se entretejen en el capitalismo a partir de esos precios de producción que no derivan (o no al menos en solitario) de los valores. Sin solucionar el problema de la transformación, todo el análisis que hace Marx sobre el funcionamiento real de las economías capitalistas se viene abajo porque es incapaz de conectar las relaciones reales de producción y de circulación con su teoría del valor. Y la TSSI, según nos reconoce el propio Kliman, tampoco es capaz de solucionarlo.
Rallo, tergiversas a Kliman: el problema no es la teoría, sino tu interpretación
Juan Ramón, tu réplica a Andrew Kliman se sostiene sobre una cita descontextualizada que distorsiona por completo el sentido original de su crítica. Presentas a Kliman como si admitiera que el problema de transformación marxista no tiene solución, cuando en realidad está diciendo algo muy distinto.
Tomas esta cita como prueba:
> "El 'problema' que planteas simplemente no tiene una 'solución económica'. Dado un comportamiento de maximización de beneficios, dada la sustitución de inputs y dada una economía que estaría en un estado de reproducción simple, si las mercancías se intercambiaran según sus valores, simplemente no existen precios que difieran de los valores, ya sean determinados temporalmente o simultáneamente, que sean compatibles con ese estado de reproducción simple. Sería inútil exigir que resolvamos un 'problema' que no tiene solución".
— Andrew Kliman
Pero lo que Kliman plantea ahí no es una renuncia a la teoría del valor ni un reconocimiento de que el problema de transformación es irresoluble. Lo que hace es criticar la forma en que tú —y otros desde una perspectiva neoclásica o simultaneísta— formuláis el problema: exigiendo condiciones lógicamente incompatibles entre sí (equilibrio de reproducción simple, precios que se desvían de los valores, maximización de beneficios, etc.).
Lo que Kliman dice es que bajo ese conjunto de supuestos simultaneístas, el problema no tiene solución coherente. Y precisamente por eso, él defiende una interpretación temporalista, en la que los valores y precios se determinan en el tiempo, y donde el precio de mercado gravita sobre el valor de cambio, sin necesidad de que ambos coincidan en un mismo instante.
La diferencia fundamental que pasas por alto —o decides ignorar— es que Kliman no confunde valor de cambio con precio de mercado. No sostiene que el valor de una mercancía “tiende a coincidir” con su precio, sino que el precio de mercado gravita sobre su valor en una dinámica temporal. Esto es coherente con la teoría marxista, que reconoce las fluctuaciones del mercado sin abandonar la centralidad del tiempo de trabajo como fundamento del valor.
Así que no, Kliman no está admitiendo que el problema de transformación no tiene solución. Lo que te está diciendo, Juan Ramón, es que el problema no puede resolverse si tú lo formulas desde categorías ajenas al enfoque marxista. Y usar esa cita para afirmar lo contrario es, como mínimo, una tergiversación intelectual.
Gran artículo!, soy seguidor de tus videos pero a veces me resultan demasiado "sencillos" y poco profundos. Sin embargo me ha encantado leerte por aquí.