El economista neoclásico Alfred Marshall (1842-1924) distinguió entre dos conceptos de equilibrio (De Vroey 2016, 9-14). Por un lado, el <<equilibrio temporal>> y, por otro, el <<equilibrio normal>>. El equilibrio temporal de Marshall coincide con lo que actualmente llamamos <<vaciamiento del mercado>>: un precio será precio de equilibrio si, en un determinado período de tiempo, iguala la cantidad demandada de una mercancía con su cantidad ofertada y, por tanto, si, a tal precio, no existe ni exceso de demanda ni exceso de oferta de esa mercancía (Cowen y Tabarrok [2010] 2015, 48). Por definición, este precio de equilibrio (temporal) será potencialmente muy volátil, ya que cualquier alteración en la cantidad demandada (esto es, en los gustos, preferencias, necesidades o capacidades de pago de algunas personas) modificará, a su vez, el precio al que se vacía el mercado. En cambio, el equilibrio normal de Marshall coincide con lo que hoy denominamos <<equilibrio Nash>>: un precio será de equilibrio si, a lo largo de diversos períodos de tiempo, ningún demandante ni ningún oferente tiene incentivos a modificar su comportamiento respecto a esa mercancía. Más en particular, Marshall dividía el equilibrio normal en equilibrio normal de período corto y equilibrio normal de período largo: en el primero, nadie tenía incentivos a alterar su comportamiento durante el período de tiempo en el que el stock de capital de los oferentes se mantuviese fijo; en el segundo, nadie tenía incentivos a alterar su comportamiento en ningún momento del tiempo, ni siquiera pudiendo modificar a largo plazo el stock de capital de los oferentes. El precio de equilibrio (normal) es un precio de equilibrio más estable que el precio de equilibrio (temporal), dado que buena parte de las fluctuaciones de la demanda serán absorbidas por modificaciones de la cantidad ofertada a lo largo del tiempo: de hecho, en presencia de rendimientos constantes a escala, el precio de equilibrio normal de período largo será constante (mientras no cambie la tecnología y, por tanto, la función de producción de los oferentes), dado que a largo plazo toda alteración de la demanda será absorbida por cambios en la cantidad ofertada de la mercancía y no en el precio.
Por ejemplo, en el gráfico 1.A hemos representado este doble equilibrio, temporal y normal, de Marshall. En el punto A, encontramos una situación de equilibrio en el que la demanda normal (ND1) coincide con la oferta temporal (TS1) en t=1. A su vez, en A también ocurre que la demanda normal coincide con la oferta normal de período largo (NS): por consiguiente, con pA logramos simultáneamente vaciar el mercado y que nadie tenga incentivos a modificar su decisión de comprar o de vender en los siguientes períodos de tiempo. Sin embargo, imaginemos que en t=2 las preferencias de los demandantes cambian y están dispuestos a pagar más por la mercancía en cuestión (ND2). En tal caso, el precio de equilibrio temporal se incrementará hasta pB porque, como la oferta a corto plazo no habrá aumentado (qA=qB), el mercado sólo se vaciará mediante incrementos en el precio. Ahora bien, al precio de equilibrio temporal pB, los oferentes tienen incentivos a incrementar la producción a largo plazo: su coste de producción a largo plazo (que coincide con su precio de equilibrio de período largo, esto es, la intersección entre NS y ND2) se ubica por debajo del precio de equilibrio temporal, de manera que les será rentable aumentar la oferta (hasta qC). Al hacerlo en el largo plazo (esto es, pudiendo incrementar también su stock de capital), la oferta temporal aumentará (TS2) y el precio de equilibrio temporal se reducirá hasta coincidir nuevamente con su precio de equilibrio de período largo (pC). Es decir, que el precio de equilibrio temporal tiende a converger con el precio de equilibrio de período largo. El precio de equilibrio de período largo (y, por tanto, el centro de gravedad de los precios de equilibrio temporal) sólo cambiará si se modifica la productividad de los oferentes (si se desplaza, hacia arriba o hacia abajo, la función de oferta normal): los cambios en la demanda no afectan al precio de equilibrio de período largo (al menos, bajo el supuesto de rendimientos constantes a escala).
Pues bien, el concepto de equilibrio que está implícito en Marx (el valor como centro gravitacional de los valores de cambio) se asemeja al concepto de precio de equilibrio de período largo en Marshall. Para Marx, el precio de equilibrio de período largo viene determinado por la productividad del trabajo (por el tiempo de trabajo socialmente necesario para fabricar una mercancía) y, por tanto, los fluctuantes precios de mercado (precios de equilibrio temporal) tienden a converger con el valor (precio de equilibrio de periodo largo determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario): cualquier cambio en la cantidad demandada de una mercancía sólo modificará su precio de mercado hasta que las alteraciones en la cantidad ofertada de esa mercancía lo devuelvan a un valor de cambio compatible con su valor. A su vez, las alteraciones en la productividad del trabajo, y por tanto en el valor de una mercancía, sí arrojarán modificaciones estructurales sostenidas en los precios de mercado (los cuales seguirán fluctuando a corto plazo pero alrededor de un centro gravitacional que se ha desplazado).
https://archive.org/details/anti-marx.-inquietudes
Sobre Anti-Marx de Rallo.
Se contraargumenta las afirmaciones del autor del libro. Puntualmente, el II Tomo. Lo que sostengo es que las principales ideas ‘de’ Marx siguen perfectamente vigentes.