Ahorro forzoso y consumo de capital son dos conceptos muy extendidos dentro de la tradición de pensamiento austriaca y, más particularmente, dentro de su teoría sobre el ciclo económico. Sin embargo, no existe un uso unificado y coherente de los mismos. Nuestro objetivo en esta nota es integrar estos dos conceptos dentro de la nueva teoría austriaca del ciclo económico, filtrada y mejorada por las ideas de lo que podríamos llamar “teoría de la liquidez”.
Ciclo económico austriaco
La causa profunda de todo ciclo económico para la Escuela Austriaca (en cualquiera de sus versiones) es una descoordinación intertemporal entre ahorro e inversión: la “manipulación” de los tipos de interés por parte del sistema bancario provoca un incremento de la duración de las inversiones económicas (un alargamiento de la estructura productiva) que no va de la mano de un incremento de la duración del ahorro que financia tales inversiones. El proceso podría describirse como una malinversión agregada por sobreinversión sectorial en las etapas productivas temporalmente más alejadas del consumo. En la terminología de la teoría de la liquidez señalaríamos que el sistema económico ha invertido a largo plazo empleando ahorro a corto plazo, es decir, ha deteriorado su liquidez.
¿Cómo podemos caracterizar económicamente el ahorro? El ahorro es ciertamente una restricción del consumo presente, a saber, una menor demanda presente de bienes de consumo; pero si restringimos el gasto en consumo presente es para incrementar el gasto en consumo futuro (al menos potencialmente), de modo que el ahorro no es sólo menor demanda presente de bienes de consumo, sino mayor demanda futura de bienes de consumo. Y cuando hablamos de “demanda futura” de bienes de consumo nos referimos a un flujo de demandas de bienes de consumo en diversas fechas futuras (demanda de bienes de consumo en t=1, en t=2, en t=3, en t=4…). Es decir, que cuando hablamos de ahorro hablamos, en realidad, de demanda intertemporal.
¿Cómo podemos caracterizar económicamente la inversión? La inversión consiste en el uso de factores productivos presentes para la producción (en última instancia) de bienes de consumo futuros. Y cuando hablamos de “producción futura” de bienes de consumo nos referimos a un flujo de producción de bienes de consumo en diversas fechas futuras (oferta de bienes de consumo en t=1, en t=2, en t=3, en t=4…). Es decir, que cuando hablamos de inversión hablamos, en realidad, de oferta intertemporal.
El equilibrio económico no sólo requiere que los bienes económicos se oferten en la cantidad y calidad demandada por los consumidores, sino también en el momento (y con el nivel de riesgo, habría que añadir) que demandan los consumidores. Dicho de otro modo, no basta con que se produzcan 100 televisores porque se demandan 100 televisores: hay que producir esos 100 televisores en el momento en el que se desean consumir. De poco nos sirve producir 100 televisores en 20 años si queremos disponer de ellos el año próximo. Es decir, que el equilibrio económico también requiere del equilibrio intertemporal: que los planes productivos de los inversores (los flujos de ofertas futuras) sean compatibles con los planes de consumo de los ahorradores (los flujos de demandas futuras).
Por ejemplo, imaginemos que los inversores pueden organizar de diversas formas sus estructuras de bienes de capital para producir trigo a lo largo del tiempo: algunas de esas estructuras de bienes de capital son menos duraderas y otras más duraderas y, en consecuencia, dan lugar a distintos perfiles de flujos de producción. En la siguiente tabla, la oferta intertemporal 1 (que se corresponde con una estructura productiva poco duradera) permite producir 50 toneladas de trigo al cabo del primer período y 100 toneladas de trigo al terminar el segundo período; la oferta intertemporal 2 permite producir 100 toneladas en el segundo período, 200 en el tercero y 300 en el cuarto; mientras que la oferta intertemporal 3 (la inversión más duradera) permite producir 1.000 toneladas de trigo al final del quinto período. Nótese que, aun cuando la inversión que da origen a la oferta intertemporal 1 se reanudara en el tercer período, la producción total de esta estructura de capital al cabo de cinco períodos sería de 350 toneladas de trigo; frente a las 600 de la oferta intertemporal 2 y a las 1.000 de la oferta intertemporal 3. Por tanto, en este ejemplo, a mayor duración de la inversión, mayor producción total.
¿Significa eso que la economía optará por el perfil de inversión más productivo, es decir, por la oferta intertemporal 3? No necesariamente, puesto que todo dependerá del perfil de la demanda intertemporal (del ahorro): si los agentes económicos no están dispuestos a esperar cinco años hasta consumir sus primeras toneladas de trigo, la oferta intertemporal 3 no será, o no debería ser, viable (no hay suficiente ahorro para financiar esa inversión).
Como decimos, la oferta intertemporal debería adaptarse a la demanda intertemporal. Ése es el papel equilibrador que desempeñan los tipos de interés: los inversores, en función de la rentabilidad de sus inversiones, pueden ofrecer a los ahorradores tipos de interés más altos para que difieran por más tiempo su consumo y, si la productividad adicional que se logra alargando la duración de la inversión compensa la desutilidad vinculada a retrasar el consumo, los inversores contarán con suficiente financiación (ahorro) como para alargar la duración de sus inversiones. Verbigracia, imaginemos que, gracias al adecuado funcionamiento de los tipos de interés, los ahorradores de la economía están dispuestos a adoptar un perfil de demanda intertemporal similar al de la oferta intertemporal 2.
En ese caso tendremos equilibrio intertemporal: se producirá cada mercancía demandada en la cantidad demandada y el momento demandado. Pero, ¿qué ocurre si los tipos de interés no funcionan correctamente, a saber, si la “expansión crediticia” (el descalce de plazos) modifica la estructura temporal de los tipos de interés? Pues que los inversores (oferentes intertemporales) pueden producir en unos términos no coordinados con los ahorradores (demandantes intertemporales). Por ejemplo:
Nos hallaremos ante un desequilibrio intertemporal y, por tanto, un ciclo económico austriaco típico: exceso de inversión a largo plazo no respaldado por suficiente ahorro a largo plazo. Y aquí es donde encuentran su sentido los términos ahorro forzoso y consumo de capital.
Ahorro forzoso y consumo de capital como reequilibradores intertemporales
¿Cómo se corregirá el desequilibrio intertemporal anterior? Los inversores están planeando producir 1.000 toneladas de trigo a 5 años y, en cambio, los ahorradores desean comenzar a consumir trigo al cabo de dos años. Los planes de unos y otros no encajan y, por consiguiente, alguno tendrá que dar su brazo a torcer… o más bien los dos.
Imaginemos que la inversión de trigo a cinco años ha sido financiada por los ahorradores mediante deuda a dos, tres y cuatro años de vencimiento (descalce de plazos). En ese caso, llegado el año 2, los ahorradores les exigirán a los inversores el cobro de sus deudas en trigo (concretamente, 100 toneladas). Pero los inversores no podrán pagar tales deudas porque el trigo únicamente estará disponible al finalizar el año 5. ¿Qué ocurrirá en ese caso?
Una primera solución extrema sería que los ahorradores forzaran una liquidación completa de la estructura de bienes de capital de los inversores para que éstos la reorganizaran de tal manera que produjeran cualquier cantidad de trigo inmediatamente. Verbigracia, revirtiendo, a partir del año 3, a una inversión con el perfil de la oferta intertemporal 1 podrían producirse 50 toneladas de trigo al terminar el año 3 y 100 toneladas de trigo al terminar el año 4 y otras 50 toneladas de trigo al terminar el año 5 (por cuanto se reiniciaría la inversión con el perfil de la oferta intertemporal 1). En ese caso, la liquidación forzosa de la estructura de capital propia de la oferta intertemporal 3 se habría saldado con unas pérdidas, a lo largo de 5 años, de 800 toneladas de trigo (si los ahorradores no hubiesen forzado la liquidación de la estructura de capital propia de la oferta intertemporal 3, se habrían fabricado 1.000 toneladas de trigo en cinco años; como la han forzado, sólo se han producido 200 entre el año 3 y el año 5: 50-100-50). Pues bien, esa destrucción del flujo de valor económico futuro como consecuencia de la liquidación de una estructura de capital (por su incompatibilidad con las preferencias intertemporales de los ahorradores) es a lo que llamaremos consumo de capital (recordemos que el capital no es más que el valor actualizado al presente del flujo de producción futuro): el sistema económico se ha visto empujado a renunciar a parte del valor económico que habría generado merced a su (errónea) inversión inicial en la estructura de capital propia de la oferta intertemporal 3.
Una segunda solución extrema sería forzar a los ahorradores a que esperaran hasta que se completara la oferta intertemporal 3: aunque los ahorradores desean consumir 100 toneladas de trigo al finalizar el período 2, 200 al finalizar el período 3 y 300 al finalizar el período 4, éstos difieren sus planes vitales de consumo hasta el quinto año para que la economía pueda producir 1.000 toneladas de trigo. Pues bien, esta reformulación de los planes de consumo intertemporales iniciales de los ahorradores para posibilitar la conclusión de los planes de producción intertemporales de los inversores es a lo que llamamos “ahorro forzoso”. Los consumidores querían consumir antes pero se ven empujados a consumir más tarde, con las consiguientes pérdidas de utilidad (el concepto de ahorro forzoso puede extenderse a toda revisión indeseada de los planes de consumo futuro de los ahorradores, incluso cuando no haya propiamente descalce de financiación entre la inversión y el ahorro: por ejemplo, si los accionistas esperan recibir dividendos en trigo al final del año 2 pero éstos no llegan hasta el año 5, eso también es ahorro forzoso)
En la práctica de las crisis económicas, se combina el consumo de capital con el ahorro forzoso para requilibrar la economía. Por consiguiente, en suma, ahorro forzoso y consumo de capital deben ser entendidos como dos mecanismos para restablecer el equilibrio entre oferta intertemporal y demanda intertemporal dentro de una economía: adelantar los plazos de la producción futura aun con pérdidas para los inversores (consumo de capital) o retrasar los plazos de consumo futuro aun con pérdidas para los ahorradores (ahorro forzoso).
Mejor servicio imposible la verdad! No sé si habrá sido casualidad o causalidad con respecto a mi comentario en el post anterior, pero qué lujo. Sin dudas me será de muchísima ayuda profesor. Luego de comer lo leeré, y si tengo dudas u objeciones las dejaré en comentarios. Muchísimas gracias!
Vaya maravilla, profesor.