El siguiente discurso fue pronunciado el 5 de mayo de 2023 en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala para felicitar a los graduandos con mejores expedientes universitarios.
Queridos alumnos distinguidos de la Universidad Francisco Marroquín: una vez concluidos, y de un modo tan exitoso, vuestros estudios universitarios, probablemente haya llegado, para muchos de vosotros, el momento de dar el salto al mercado laboral y de escoger una profesión. Y, a este respecto, me gustaría leeros, y reflexionar brevemente, unas líneas del primer texto que conservamos de Karl Marx: Reflexiones de un joven sobre la elección de una profesión. Es un texto escrito en 1835 cuando este pensador alemán todavía estaba en el instituto y apenas contaba con 17 años de edad:
Los seres humanos somos capaces de escoger la manera de ennoblecernos a nosotros mismos y a la humanidad, es decir, somos capaces de escoger la posición social con la que nos desarrollaremos a nosotros mismos y desarrollaremos a la sociedad. Esta capacidad de elección es uno de los grandes privilegios de los que disfruta el hombre sobre el resto de la creación, pero al mismo tiempo es un acto que también puede destruirnos, frustrar nuestros planes vitales y condenarnos a la infelicidad. Por tanto, el primer deber de cualquier joven es reflexionar seriamente sobre la elección de su profesión: no dejar esta muy importante tarea meramente al azar.
(…)
El principal criterio que hemos de seguir a la hora de escoger una profesión es el bienestar de la humanidad y nuestra propia perfección. No hay que pensar que estos dos intereses entran en conflicto, que uno destruye al otro: al contrario, la naturaleza humana está constituida de tal modo que sólo puede lograr su propia perfección trabajando por la perfección, por el bienestar, del resto de seres humanos. Si el hombre sólo trabaja para sí mismo, quizá llegue a ser un gran sabio o un excelente poeta, pero nunca será un hombre verdaderamente perfecto.
La historia aclama, como los más grandes, a aquellos hombres que se han ennoblecido trabajando por el bien común; la experiencia nos muestra que los hombres más felices son aquellos que han hecho feliz a un mayor número de personas; la religión misma nos enseña que el ser ideal, aquél a quien todos deberíamos imitar, se sacrificó a sí mismo por la humanidad.
Si escogemos una posición en la vida desde la que podamos sobre todo trabajar por la humanidad, entonces ninguna carga podrá doblegarnos, porque nos sacrificaremos por el beneficio de todos; experimentaremos una felicidad que no será pequeña, limitada y egoísta, sino que pertenecerá a millones; nuestras acciones nos proporcionarán una vida tranquila pero dejarán una huella permanente; y sobre nuestras cenizas se verterán las cálidas lágrimas de la gente noble.
¿Cuáles son los principales mensajes de este texto de Marx?
Con nuestro trabajo nos transformamos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
Escoger aquello en lo que vamos a trabajar, nuestra profesión, es una decisión fundamental para definirnos como personas y para dejar nuestra impronta en el mundo
De entre todas las profesiones, debemos escoger aquélla que redunde en el mayor bienestar de la humanidad.
Y, finalmente, no hemos de contemplar esa subordinación de nuestro trabajo al bien común como un sacrificio personal, pues sólo trabajando por el bienestar de la sociedad alcanzaremos una felicidad verdadera, plena y perpetua.
Las proposiciones 1 y 2 son correctas: en gran medida somos aquello en lo que trabajamos y mediante el trabajo nos socializamos y transformamos la sociedad.
Las proposiciones 3 y 4 no son correctas: el bien común no es el bienestar de ningún ente colectivo llamado “humanidad”, pues la humanidad no es en sí misma un agente con una estructura de preferencias (sobre su bienestar o malestar) que puedan definirse en términos objetivos. El bienestar de la humanidad sólo es, en realidad, la yuxtaposición y coexistencia de los bienestares de cada una de las personas que la conforman. Por tanto, si al escoger una profesión estamos definiendo cómo queremos que sea nuestra vida, no habremos de sacrificar nuestra profesión, y por tanto nuestra vida, al bienestar de la humanidad. Porque cada uno de los individuos somos los que conformamos esa humanidad y, por tanto, trabajar para nosotros mismos también es trabajar por el mayor bienestar de la humanidad; o, dicho de otro modo, sacrificar nuestras vidas por el bienestar de una humanidad abstracta e irreal sólo incrementaría el malestar dentro de la humanidad concreta y real.
Que no debamos sacrificar nuestras vidas en aras de una humanidad abstracta e irreal no significa, empero, que debamos escoger nuestra profesión ignorando por completo al resto de la humanidad, como si viviéramos aislados en una isla desierta. Al fin y al cabo, nuestro trabajo es la forma en la que cooperamos los unos con los otros y, por tanto, la forma en la que el resto de la sociedad nos devuelve el valor, los dones y la riqueza que previamente nosotros le hemos entregado. Si no damos, no recibiremos y sin recibir de los demás no podremos vivir una vida plena. Sin embargo, y aun cuando al escoger la profesión debamos buscar nuestro mejor encaje posible dentro de la división social del trabajo, sin lugar a dudas hemos de escoger una profesión pensando en aquello que amamos, en aquello que nos apasiona, en aquello que nos desvive, en aquello que nos engrandece, en aquello que nos acerca al ideal de persona en el que aspiramos a convertirnos. Sólo así alcanzaremos la excelencia en nuestra profesión y sólo a través de esa excelencia seremos capaces de aportar verdadero valor para el resto de la sociedad.
Si cada ser humano es distinto a los demás –si nuestras preferencias y nuestras capacidades no son idénticas–, entonces por necesidad nuestros proyectos profesionales, y por tanto nuestros proyectos de vida, también habrán de ser distintos. Incluso un mismo ser humano puede experimentar a lo largo de su vida cambios drásticos en sus preferencias y en sus capacidades que lo empujen a perseguir nuevos horizontes profesionales para así seguir viviendo la vida que él desea vivir. Porque al final se trata de eso: de que nuestra vida sólo es nuestra –no de los demás– y somos cada uno de nosotros, por ende, quienes hemos de escoger la profesión, y por tanto la vida, que queremos intentar vivir. No tengáis miedo a experimentar, a arriesgar, a contrariar o a rectificar, porque todo ello –los aciertos, los errores, los miedos, las temeridades, la suerte, la desdicha, el caerse y el levantarse– forma parte de la vida y nadie nace aprendido sobre cómo vivir la vida: lo descubrimos cada día simplemente viviéndola. Lo que les debemos al resto de la sociedad es respeto y reciprocidad, no sumisión y autosacrificio. Como decía Antoine de Saint-Exupéry: “Haz de tu vida un sueño y de tu sueño, una realidad”. También a la hora de escoger una profesión. Muchas gracias y felicidades.
La colgará en YouTube profesor?
Gran charla para esos alumnos que están empezando un gran cambio en sus vidas.