Si uno quiere criticar honestamente un libro, es necesario (que no suficiente) haberse leído ese libro. Rolando Astarita quiere criticar Anti-Marx pero no quiere leerse Anti-Marx, de ahí que las críticas deshilvanadas y descontextualizadas que va formulando no sólo denotan errores de fondo, sino también defectos procedimentales: no está articulando –porque no puede al no haberse leído la obra– una crítica honesta al libro.
En su último post, encontramos un claro ejemplo de ello. Dice Astarita lo siguiente:
Aquí va un botón de muestra del nivel científico que alcanza este fenómeno austriaco – liberal – antimarxista. En pág. 46 del Anti-Marx, (edición E-book), Rallo atribuye a Marx la idea de que “[e]l capitalismo es… un modo de producción que se reproduce a sí mismo de manera amplificada: cada vez más trabajadores tienen menos y cada vez menos capitalistas tienen más, lo que conduce a una explotación cada vez más amplia y profunda”.
La frase que descontextualizadamente extracta Astarita se halla en la introducción del libro. ¿Ha intentado ir más allá en lugar de picotear algún párrafo de aquí y de allá? Lo dudo, como a continuación comprobaremos. Sea como fuere, Astarita me formula tres preguntas respecto a esa afirmación:
1. ¿Dónde Marx dijo que a medida que el capitalismo se reproduce de manera amplificada los trabajadores tienen cada vez menos? ¿Puede citar el crítico en qué pasaje de El capital, Teorías de la plusvalía, los Grundrisse, “Salario precio y ganancia”, Marx ha dicho tal cosa?
2. ¿De dónde saca Rallo que, según Marx habría cada vez menos capitalistas? La clase capitalista crece numéricamente a medida que se desarrolla y despliega el capital.
3. Marx efectivamente habla de polarización social (concentración creciente de la riqueza en un polo, creciente clase obrera que se empobrece relativamente), pero no es esto lo que “conduce a una explotación cada vez más amplia y profunda”, sino al revés, es la explotación “cada vez más amplia y profunda” la que genera la polarización creciente.
Permítanme responderle.
1. ¿Dónde Marx dijo que a medida que el capitalismo se reproduce de manera amplificada los trabajadores tienen cada vez menos? ¿Puede citar el crítico en qué pasaje de El capital, Teorías de la plusvalía, los Grundrisse, “Salario precio y ganancia”, Marx ha dicho tal cosa?
Cuando afirmo “cada vez más trabajadores tienen menos” en ningún momento estoy afirmando que los trabajadores ingresan cada vez salarios más bajos. Los salarios son una variable flujo, no una variable stock: por tanto, los salarios no se “tienen”. Los salarios se “cobran”, se “ingresan” o se “ganan”. Lo que se “tiene” es la propiedad. Y a eso me refiero en esa frase: que, conforme se desarrolla el capitalismo, el control de los trabajadores (¡nótese que ni siquiera estoy hablando de asalariados!) sobre los medios de producción va decreciendo progresivamente como resultado de la dinámica de la centralización de capital (de la que hablaré más adelante).
Me cuesta creer que alguien que haya leído o entendido a Marx encuentre la anterior proposición controvertida. Por ejemplo, Marx nos dice:
Una mayor acumulación de capital implica una mayor concentración del capital. De esa manera crece el poder del capital y la alienación de las condiciones sociales de producción (que están personificadas en el capitalista) con respecto a los productores reales. El capital va cobrando cada vez más protagonismo como un poder social, cuyo representante es el capitalista. Ese poder social ya no guarda relación alguna con aquello que un trabajador o un único individuo pudieran crear. Deviene un poder social alienado e independiente, que se opone a la sociedad como objeto que es, además, la fuente de poder del capitalista (C3, 15.4, 373).
O asimismo en Teorías de la Plusvalía:
El capitalista ha de convertirse en el propietario de los medios de producción a escala social: y la magnitud de su valor, concentrado en la posesión de un solo hombre, va distanciándose crecientemente de la cantidad que un individuo o una familia puede acumular a lo largo de generación con su propio atesoramiento de dinero […]. La cantidad mínima de capital que se necesita en una determinada rama de la industria es tanto mayor cuanto más se haya desarrollado capitalistamente esa rama industrial (Marx [1861-1863] 1994, 107).
O también en El Manifiesto Comunista señala que:
En vuestra sociedad la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros. Precisamente porque no existe para esas nueve décimas partes existe para vosotros. Nos reprocháis, pues, el querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino con la condición de privar de toda propiedad a la inmensa mayoría de la sociedad (Marx y Engels [1848] 1976, 500)
O también, y de manera más resumida, en Los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844: “El trabajador se torna tanto más pobre cuanta más riqueza produce” (Marx [1844a] 1975, 271).
Quiero enfatizar que todas las citas anteriores aparecen en Anti-Marx: no ya referenciadas, sino escritas tal cual. Si Astarita hubiese leído el libro que está criticando, no necesitaría preguntarme por las referencias que le estoy dando ahora mismo: ya las habría hallado en mi libro.
Por supuesto, uno podría tratar de defender a Astarita señalando que la expresión “cada vez más trabajadores tienen menos” es potencialmente ambigua y que alguno podría interpretar que me estaba refiriendo a los salarios. Pero, nuevamente, si uno se ha leído Anti-Marx (cosa que Astarita no ha hecho), sabría perfectamente que no me puedo estar refiriendo a los salarios. A la postre, en el epígrafe 5.4 del tomo I, analizo si cabe imputarle a Marx la idea de que los salarios de los trabajadores tendían a reducirse en términos absolutos a lo largo del tiempo. Copio todo el texto de esta parte del epígrafe en la que reflexiono sobre esta cuestión (a ver si así tengo suerte y Astarita se lo lee por primera vez):
La acumulación de capital, al incrementar el desarrollo de las sociedades y por tanto su nivel de vida, podría contribuir a elevar las «necesidades sociales básicas» de los trabajadores y, por tanto, el valor de su fuerza de trabajo. Asimismo, también podría ocurrir que las alzas transitorias en los salarios dieran lugar a elevaciones del valor de la fuerza de trabajo si, por ejemplo, la clase trabajadora y los sindicatos consideran que ese nuevo salario (que transitoriamente supera el coste de reposición de la fuerza de trabajo) es el nuevo mínimo «histórico o social» que resulta imprescindible para mantener su capacidad laboral: en ese caso, el proletariado podría organizarse socialmente para defender, lucha de clases mediante, que ese salario es el nuevo mínimo social. En este sentido, Marx asignaba a los sindicatos el rol de impedir que los salarios cayeran por debajo del valor de la fuerza de trabajo, un valor que podía estar determinado por el nivel que tradicionalmente ha estado en vigor en una determinada industria (y no sólo por el nivel fisiológico para reponer la fuerza de trabajo):
El valor de la fuerza de trabajo constituye la base consciente y explícita sobre la que se constituyen los sindicatos, cuya importancia para la clase obrera inglesa no puede ser sobreestimada. El objetivo de los sindicatos no es otro que impedir que los salarios caigan por debajo de aquel nivel que tradicionalmente ha estado en vigor en las diversas ramas de la industria. Es decir, buscan evitar que el precio de la fuerza de trabajo caiga por debajo de su valor (C1, Apéndice, 1069).
Por consiguiente, la acumulación de capital sí podría terminar elevando permanentemente los salarios aunque no directamente a través de la ley de la oferta y la demanda: si la acumulación de nuevo capital incrementa transitoriamente los salarios, si, gracias a ello, los trabajadores aumentan sus estándares de vida y si, en última instancia, dentro del imaginario colectivo de la clase obrera organizada se consolida ese nuevo nivel salarial como el nuevo valor de su fuerza de trabajo, entonces ése podría convertirse en el nuevo precio de equilibrio de la fuerza de trabajo:
Al incrementar las necesidades de los trabajadores elevando sus hábitos de consumo, la principal función de los sindicatos pasa a ser la de colocar un mínimo cultural y social [a los salarios] por encima del mínimo físico existencial: un mínimo cultural y social por debajo del cual los salarios no puedan reducirse sin provocar inmediatamente una reacción defensiva en forma de lucha colectiva (Luxemburgo [1925] 2014).
Así pues, la teoría marxista de los salarios no es necesariamente incompatible con que el salario de equilibrio se incremente a largo plazo, aunque ese incremento sí debería ir acompañado de luchas obreras o políticas continuadas para elevarlo: es decir, la teoría marxista sobre los salarios sí es incompatible con que sea la propia dinámica del capitalismo, sin mediación de la lucha de clases (es decir, meramente merced a la competencia entre capitalistas por la adquisición de la fuerza de trabajo) la que conduzca a una elevación sostenida de los salarios. «Las condiciones capitalistas en toda su pureza […] sin suponer otras coacciones externas capaces de limitar su eficacia» no pueden llevar a un incremento sostenido de los salarios de equilibrio (Fernández Liria y Alegre Zahonero [2010] 2019, 453). El propio Marx señala que «la producción capitalista, por su propia naturaleza, conduce a la apropiación del trabajo durante las 24 horas del día» (C1, 10.4, 367) [énfasis añadido]. De modo que la reducción de la jornada laboral «no puede lograrse mediante acuerdos privados entre trabajadores y capitalistas. La necesidad de una acción política general demuestra que en su actividad meramente económica el capital es la parte más fuerte» (Marx [1865] 1985, 146).
En todo caso, aunque sea teóricamente posible que los salarios de equilibrio aumenten a través de la movilización social de los trabajadores, también es cierto que Marx no se mostraba demasiado optimista con respecto a la mejora absoluta de la calidad de vida de los trabajadores en el largo plazo. En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels ([1848] 1976, 495) afirman que «el obrero moderno, lejos de elevarse con el progreso de la industria, se hunde cada vez más; por debajo mismo de las condiciones de vida de su propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza».
Asimismo, casi dos décadas después, Marx seguía sosteniendo que: «La clase obrera no debería engañarse a sí misma acerca de la eficacia de estas luchas diarias. No deberían olvidar que están combatiendo contra los efectos, pero no contra las causas que los provocan; que sólo están retrasando el movimiento a la baja [de los salarios]; que sólo están aplicando cuidados paliativos pero no curando la enfermedad […]. La tendencia general del modo de producción capitalista no es a elevar sino a rebajar el estándar promedio de los salarios» (Marx [1865] 1985, 148- 149) [énfasis añadido]. E igualmente, por esas mismas fechas, en el discurso inaugural a la Primera Internacional en 1864, Marx sentenció:
Desde 1848, ha tenido lugar en estos países [de Europa continental] un desarrollo inaudito de la industria y una expansión ni siquiera soñada de las exportaciones y de las importaciones. En todos ellos «el aumento de la riqueza y el poder, restringido exclusivamente a las clases propietarias» ha sido en realidad «embriagador». En todos ellos, lo mismo que en Inglaterra, una pequeña minoría de la clase trabajadora ha obtenido cierto aumento de su salario real, pero para la mayoría de los trabajadores, el aumento nominal de los salarios no representa un aumento real del bienestar […]. Por todas partes, la gran masa de las clases obreras descendía cada vez más bajo, en la misma proporción, por lo menos, en que los que están por encima de ella subían más alto en la escala social. En todos los países de Europa —y esto ha llegado a ser actualmente una verdad incontestable para todo entendimiento no enturbiado por los prejuicios y negada tan sólo por aquellos cuyo interés consiste en adormecer a los demás con falsas esperanzas—, ni el perfeccionamiento de las máquinas, ni la aplicación de la ciencia a la producción, ni el mejoramiento de los medios de comunicación, ni las nuevas colonias, ni la emigración, ni la creación de nuevos mercados, ni el libre comercio, ni tampoco todas estas cosas juntas están en condiciones de suprimir la miseria de las clases obreras; al contrario, mientras exista la falsa base actual, cada nuevo desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo ahondará necesariamente los contrastes sociales y agudizará más cada día los antagonismos sociales. Durante esta embriagadora época de progreso económico, la muerte por inanición se ha elevado a la categoría de una institución en la capital del Imperio Británico. Esta época está marcada en los anales del mundo por la repetición cada vez más frecuente, por la extensión cada vez mayor y por los efectos cada vez más mortíferos de esa plaga de la sociedad que se llama crisis comercial e industrial (Marx [1864a] 1985, 9-10).
O en el propio El capital podemos leer:
La ley que mantiene en equilibrio la sobrepoblación relativa (o ejército industrial de reserva) y el volumen e intensidad de la acumulación de capital encadena el obrero al capital con grilletes más firmes que las cadenas con las que Hefesto ató a Prometeo a la roca. Esta ley hace de la acumulación de miseria una condición necesaria para la acumulación de riqueza. La acumulación de riqueza en un polo es, al mismo tiempo, acumulación de miseria, tormentos para el trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, esto es, se halla la clase que produce su propio producto como capital (C1, 25.4, 799).
En todo caso, aunque la teoría marxista es compatible con una potencial elevación de los salarios reales en el largo plazo, desde luego es incompatible con que el peso de los salarios dentro del PIB no se reduzca a largo plazo. Para Marx, la lógica del sistema capitalista necesariamente ha de llevar a que los salarios relativos (los salarios en relación con el valor total generado por el trabajo) desciendan en el largo plazo y, por tanto, a que la calidad de vida de los trabajadores se deteriore en relación con la calidad de vida de los capitalistas, es decir, que las diferencias en niveles de vida deben ensancharse con el paso del tiempo:
Si la productividad del trabajo se incrementa, es posible que el precio de la fuerza de trabajo [el salario] caiga continuamente y que esta caída esté acompañada de un crecimiento continuo de la masa de medios de subsistencia que puede comprar el trabajador. Pero en términos relativos, es decir, en comparación con la plusvalía, el valor de la fuerza de trabajo seguirá cayendo y, por tanto, el abismo entre la calidad de vida del trabajador y la del capitalista se seguirá ensanchando (C1, 17.1, 659).
Para Marx, era en los salarios relativos donde realmente se dejaba sentir la dinámica del sistema capitalista:
Ni los salarios nominales (es decir, la suma de dinero por la que el trabajador se vende a sí mismo al capitalista) ni los salarios reales (es decir, la suma de mercancías que puede comprar con ese dinero) agotan las relaciones contenidas en los salarios. Los salarios están sobre todo caracterizados según su relación con las ganancias, con los beneficios: son salarios relativos. Los salarios reales expresan el precio del trabajo [de la fuerza de trabajo] en relación con el resto de las mercancías; los salarios relativos, por otro lado, expresan la participación del trabajo directo en el nuevo valor que ha creado en relación con la participación del trabajo acumulado, del capital» (Marx [1849] 1977, 218) [La parte en cursiva fue modificada por Engels en la edición de 1891, pero creemos que expresa más fielmente el significado que pretendía trasladar Marx].
Que a largo plazo el capitalismo imponga una reducción tendencial de los salarios relativos no implica que a corto plazo esos salarios relativos no puedan aumentar. Y, en este sentido, si el salario relativo aumenta —por ejemplo, si el salario nominal crece manteniéndose la jornada laboral y la intensidad laboral constantes—, entonces la tasa de plusvalía y, por tanto, la tasa general de ganancia se reducirán (C3, 11, 302).
Claramente, en ninguna parte señalo que los salarios absolutos por necesidad deban descender a largo plazo. Si Astarita realmente estuviera interesado en qué he escrito sobre lo que dijo Marx acerca de la evolución de los salarios en el capitalismo, debería haberse dirigido a esa parte de mi libro que no ha leído en lugar de quedarse en una breve frase de la introducción que ni siquiera ha entendido que no se refería a los salarios sino a la propiedad.
2. ¿De dónde saca Rallo que, según Marx habría cada vez menos capitalistas? La clase capitalista crece numéricamente a medida que se desarrolla y despliega el capital.
También sorprende que Astarita ignore que, en el desarrollo del capitalismo, el número de capitalistas tendería a reducirse. El capitalismo se desarrolla con la acumulación, concentración y la centralización del capital y la centralización del capital supone que los capitalistas grandes van absorbiendo a los capitalistas pequeños. Marx, por ejemplo, nos dice que:
En cualquier rama de la industria, la centralización alcanzaría su grado máximo si todos los capitales individuales se fusionaran en un único capital. En una determina sociedad, este límite se alcanzaría cuando todo el capital social estuviera unificado en las manos de un solo capitalista o de una sola compañía capitalista (C1, 25.2, 789).
En este sentido, la dinámica a largo plazo del capitalismo es que, a mayor concentración del capital, menor tasa general de ganancia y, a menor tasa general de ganancia, mayor es la centralización del capital. Cito a Marx:
La masa de ganancia ciertamente se incrementa, aun con una menor tasa de ganancia, conforme la inversión de capital aumenta. Pero esto da lugar a una paralela concentración de capital, puesto que las condiciones productivas requieren ahora usar el capital a una escala masiva. Esto también conduce a la centralización del capital, es decir, a la absorción de los pequeños capitalistas por los grandes, y a su descapitalización. Esto simplemente constituye el divorcio entre las condiciones de trabajo y los productores elevado a su máxima potencia, puesto que estos pequeños capitalistas aun computan como productores dado que su trabajo aun desempeña un cierto papel. Es este divorcio entre las condiciones de trabajo, por un lado, y los productores, por otro, lo que constituye el capital, como sucedía con la acumulación originaria, apareciendo subsiguientemente como un proceso constante en la acumulación y concentración del capital, antes de que termine expresándose aquí como la centralización de los capitales existentes en unas pocas manos y la descapitalización de los muchos. Este proceso implicaría el colapso de la producción capitalista si no hubiese tendencias contrarrestantes que actuaran constantemente junto a esta fuerza centrípeta en la dirección de la descentralización (C3, 15.1, 354-355).
Es verdad que, de acuerdo con Marx, existen fuerzas contrarrestantes que evitan la reducción de la tasa general de ganancia y por tanto la centralización del capital. Pero a largo plazo la tasa general de ganancia sí tiende a caer y, por tanto, el capital tiende a centralizarse en cada vez menos manos. Por eso el capitalismo está abocado a colapsar (aunque no mediante un desmoronamiento lineal):
El más elevado desarrollo de las fuerzas productivas y la mayor expansión de la riqueza coincidirán con la depreciación del capital y la degradación del trabajador así como con el agotamiento de sus fuerzas vitales. Estas contradicciones darán lugar a estallidos, cataclismos y crisis en las que la suspensión temporal del trabajo y la destrucción de gran parte del capital devuelven a este último a una posición en la que ya no pueda seguir empleando plenamente sus fuerzas productivas sin suicidarse. Pero estas catástrofes regularmente recurrentes se van repitiendo a una escala cada vez mayor hasta llegar al derrocamiento violento del capital (Marx [1857-1858] 1987, 134).
Esta misma descripción de la fase terminal del capitalismo es que el expone Engels en su Anti-Dühring (libro que fue leído antes de su publicación por Marx y que contaba con su aprobación), donde también es explícito en la idea de que el número de capitalistas se reducirá:
La expropiación se logra por la acción de las leyes inmanentes en la misma producción capitalista, es decir, por la concentración de los capitales [aquí concentración de capitales debe leerse como centralización de capitales]. Un capitalista siempre mata a muchos. En paralelo con la concentración, o la expropiación de muchos capitalistas por unos pocos, se desarrolla a una escala cada vez mayor, una forma cooperativa del proceso de trabajo, la aplicación técnica consciente de la ciencia, el cultivo metódico colectivo del suelo, la transformación de los instrumentos del trabajo en instrumentos que sólo pueden usarse en común, la economización de los medios de producción por ser usados como medios colectivos de producción usados por el trabajo socializado. Junto a la disminución constante del número de magnates del capital, con la usurpación y monopolización de todas las ventajas de este proceso de transformación, crece la masa de miseria, opresión, esclavitud, degradación y explotación; pero con ello también crecen las revueltas de la clase trabajadora, una clase que siempre aumenta en número y que es disciplinada, unida y organizada por el proceso de producción capitalista en sí mismo (Engels [1878] 1987, 123)
Llama la atención lo categórico que llega a ser Astarita sobre esta cuestión sin estar realmente informado: “Señalo por último que ni en El manifiesto, ni en su obra posterior, Marx dijo siquiera algo parecido a lo que Rallo le hace decir, acerca de la reducción del número de los capitalistas”. Por supuesto, Astarita no solo no proporciona ninguna evidencia textual que sugiera que el número de capitalistas tenderá a crecer o mantenerse conforme se desarrolle el capitalismo, sino que los argumentos que formula para defender esa posición son ridículos. Se pregunta Astarita:
¿Con qué lógica pudo haber afirmado que el capitalismo se expandía y que al mismo tiempo habría menos capitalistas? Por ejemplo, Marx escribió que la entrada de los ferrocarriles ingleses en India daría lugar a un capitalismo indio. ¿Cómo podría ocurrir esto sin que aumentara la cantidad de capitalistas indios? Y si Marx consideraba que el capitalismo generaba un mercado mundial cada vez más profundo, ¿cómo podría crecer este mercado sin que crecieran las relaciones de producción capitalistas, y por lo tanto el número de capitalistas? ¿Dónde dijo Marx que los capitalistas serían cada vez menos? ¿Pueden decirlo los críticos liberales?
¿Qué tendrá que ver que el stock de capital se vaya incrementando con que el número de capitalistas aumente? Justamente lo que sucede en el capitalismo, según Marx, es que cada vez hay más capital pero centralizado en menores manos. Sorprende, nuevamente, que Astarita desconozca algo tan elemental.
3. Marx efectivamente habla de polarización social (concentración creciente de la riqueza en un polo, creciente clase obrera que se empobrece relativamente), pero no es esto lo que “conduce a una explotación cada vez más amplia y profunda”, sino al revés, es la explotación “cada vez más amplia y profunda” la que genera la polarización creciente.
En este punto, Astarita no parece entender que la mayor explotación genera polarización social y la polarización social también genera mayor explotación. ¿De verdad hay que explicarle la relación dialéctica que existe entre ambos fenómenos? En palabras de Marx:
El proceso de producción capitalista es una forma históricamente determinada del proceso de producción social en general […]. Como todos sus predecesores, el proceso de producción capitalista opera bajo determinadas condiciones materiales que son, al mismo tiempo, portadoras de determinadas relaciones sociales que los individuos contraen en el proceso de reproducción de su vida. Esas condiciones materiales, al igual que esas relaciones sociales, son tanto presupuestos del proceso de producción capitalista cuanto sus resultados y creaciones: son relaciones que el capitalismo produce y reproduce (C3, 48, 957).
A mayor concentración del capital, mayor es el desarrollo de las fuerzas productivas (por subsunción real) y a mayor desarrollo de las fuerzas productivas, mayor es la plusvalía relativa de la que se apropia el capitalista (el salario relativo del obrero se reduce). En palabras de Marx:
Toda expansión de las fuerzas sociales de producción o, mejor dicho, de las fuerzas productivas del trabajo —expansión resultante de la ciencia, de las invenciones, de la división y combinación del trabajo, de las mejoras en los medios de comunicación, de la creación del mercado mundial, de la maquinaria…— no enriquecen al trabajador sino al capital; por tanto, todo ello sólo incrementa adicionalmente su poder de dominación sobre el trabajo (Marx [1857-1858] 1986, 234).
O dicho de otro modo, el desarrollo del capitalismo implica una creciente subsunción real (“la subsunción real del trabajo en el capital el modo de producción capitalista propiamente dicho”: Marx [1864] 2009, 62-63) y la subsunción real genera una mayor plusvalía relativa, es decir, a una mayor explotación:
Del mismo modo que se puede considerar la producción de la plusvalía absoluta como expresión material de la subsunción formal del trabajo en el capital, la producción de la plusvalía relativa puédese estimar como la de la subsunción real del trabajo en el capital (Marx [1864] 2009, 60).
Conclusión
Como ya he comentado, todos (o prácticamente todos) los textos anteriores aparecen en Anti-Marx. Si Astarita se hubiese leído el libro que pretende criticar, no habría tenido ninguna necesidad de formularme tales preguntas. Pero para eso habría sido necesario un mínimo de honestidad. Ahora bien, lo que yo me pregunto, a tenor del desconocimiento que exhibe Astarita de la obra de Marx, no es ya si ha leído Anti-Marx, sino si ha leído con detenimiento a Marx.
Si es que es imposible profesor. Yo he abandonado la esperanza de que algún keynesiano, marxista, etc pueda mantener algún día un debate de altura e intelectualmente honesto contigo. Pero es que casi toda la gente inteligente de un modo u otro se acaba haciendo liberal. Con decir que el mejor con diferencia en España es E.Garzón está todo dicho. Mis respetos a Eduardo que valoro mucho su labor.
Magnifico